viernes, 2 de noviembre de 2012

Seda, Alessandro Baricco


Era 1861. Flaubert estaba escribiendo Salammbô,
 la luz eléctrica era todavía una hipótesis y Abraham Lincoln, 
al otro lado del océano, estaba combatiendo en una guerra cuyo final no vería. 
Hervé Joncour tenía treinta y dos años. 
Compraba y vendía.
Gusanos de seda.

Ambientada en el siglo XIX, Seda narra la historia de Hervé Joncour, un joven que a los 24 años abandona su carrera militar para dedicarse a la compra y venta de gusanos de seda, con el objeto de surtir a la incipiente industria de Lavilledieu, la pequeña localidad francesa donde Joncour  lleva una vida holgada y apacible junto a su esposa Hélène.

En un primer momento, Hervé Joncour se desplaza a Siria y Egipto, zona libre de epidemias, para comprar los huevos de los gusanos, pero una gran plaga lo obliga a ampliar su ruta hasta el, por aquel entonces, lejano y enigmático Japón, donde la venta de huevos de gusanos a extranjeros estaba terminantemente prohibida en aquella época. Allí entrará en contacto con un contrabandista llamado Hara Kei, quedando impresionado por la belleza de su joven concubina. La atracción parece ser mutua y este encuentro marcará un antes y un después, condicionando la vida del francés y la de su mujer Hélène…
Alessandro Baricco

Seda, publicada en 1996, es la obra más conocida del novelista, dramaturgo y periodista italiano Alessandro Baricco. Ha sido traducida a diecisiete idiomas, consagrando a su autor a nivel mundial como  fenómeno literario. La novela de Baricco es una auténtica joya literaria, escrita en una prosa poética que sorprende por su simplicidad tanto narrativa como sintáctica. Más que de novela, la podríamos calificar de relato corto o cuento. Está dividida en 65 capítulos, algunos constituidos por un único párrafo. 

El amor, en forma de trío amoroso, marca la trama de la historia. Nuestro protagonista vive feliz al lado de su mujer, que según él tenía la voz más bella del mundo. Hervé es uno de esos hombres que prefieren asistir a su propia vida y consideran improcedente cualquier aspiración a vivirlaHasta que en uno de sus viajes al lejano oriente conoce a una joven de origen occidental, que lo hace sumergirse en territorios hasta ahora desconocidos para él. Se trata de un amor pasional, irreal, y en cierto modo imaginario y onírico, pues se desarrolla más en la mente del protagonista que en la realidad.

"Morir de nostalgia por algo que no vivirás nunca"

Conocemos muy poco del personaje de Hélène, aparte de su fidelidad y amor desmedido hacia Hervé. De la joven misteriosa concubina ni siquiera llegamos a conocer el nombre. A mí me resultó fascinante el personaje de Baldabiou, que aparece descrito como un hombre excéntrico, que había aparecido un buen día por el pueblo con una genial idea empresarial en la cabeza. Al principio nadie le prestó atención, pero el tiempo terminó por darle la razón. Su generosidad y deseos de compartir los secretos de su negocio con sus vecinos hicieron prosperar la riqueza en el pequeño pueblo de Lavilledieu. Algunos de los pasajes en los que aparece Baldabiou me recuerdan al realismo mágico de la literatura latinoamericana:

“- ¿Y dónde quedaría, exactamente, ese Japón?
Baldabiou levantó el extremo de su bastón, apuntando con él más allá de los tejados de Saint-August.
- Siempre recto.
Dijo.
- Hasta el fin del mundo.”



La novela está plagada de simbolismos: los pájaros que Hara Kei mantiene en una gran jaula, las pequeñas flores azules que Madame Blanche lleva en sus dedos, el lago al que Hervé bajaba en los días de lluvia y pasaba horas mirándolo, puesto que, dibujado en el agua, le parecía ver el inexplicable espectáculo, leve, que había sido su vida.

Mi asignatura pendiente para los próximos días será ver la adaptación cinematográfica que en 2007 hizo François Girard de la novela y que está protagonizada por Keira Knightley y Michael Pitt

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