jueves, 3 de octubre de 2013

Memorias de una joven formal, Simone de Beauvoir

Sartre correspondía al deseo que formulé cuando tenía 15 años: 
era el doble en el que reencontraba, llevadas a la incandescencia,
 todas mis manías. Con él siempre podría compartirlo todo. 
Cuando nos separamos a principios de agosto 
sabía que nunca más iba a salir de mi vida.


En Memorias de una joven formal, Simone de Beauvoir nos cuenta la historia de sus primeros 25 años de vida, revelandonos sus pensamientos más íntimos y conflictos internos y convirtiendo el relato de su vida en un ejercicio de profunda introspección psicológica. Nacida en 1908, en el seno de una familia típica acomodada de la burguesía parisina, sus primeros años de infancia fueron muy felices. Simone se sentía querida y elogiada por su familia, lo que la hacía una niña especial, satisfecha de sí misma y segura en su entorno. Sus padres eran cultos, conservadores, clasistas, chauvinistas y profundamente religiosos. Simone recuerda la llegada al mundo de su hermana menor, Hélène, a la que cariñosamente llamaba “Poupette” y que siempre fue para ella una cómplice con quien el entendimiento era casi perfecto.

Sin embargo, cuando llegó a la adolescencia, a la que ella denominaba “la edad ingrata”, Simone empezó a sufrir ciertos cambios en su persona y en sus creencias, que surgieron en paralelo a los problemas económicos en los que su familia se vio inmersa y que le hicieron cuestionar los principios morales y religiosos en los que había sido educada. Fueron unos años vitales en su crecimiento psicológico e intelectual, debiendo enfrentarse a conflictos personales, familiares y sociales que la llevaron a formarse como persona y a tomar los caminos elegidos por ella misma, dejando atrás otros, y sin por ello dejar de sufrir los sinsabores, decepciones y conflictos inherentes a la etapa de crecimiento.

En su adolescencia Simone intentó escapar continuamente al férreo control materno, que le censuraba incluso los libros que leía, las cartas que recibía y los amigos que frecuentaba. Su adolescencia transcurrió entre la dedicación a los estudios y los escasos momentos de evasión que le eran permitidos. Pese a su carácter independiente y a veces introvertido, en estos primeros años Simone creó su propio círculo de amigos, entre los que se encontraban Pradelle, su primo Jacques, Suzanne Boigue, Clairaut y Stépha. Pero hay una persona que desempeña un papel fundamental en la vida de la joven: su compañera de estudios y amiga Zaza, por la que desde niña había sentido una especial admiración y que murió trágicamente en plena juventud. La muerte de Zaza y el reencuentro con Sartre y con los amigos de éste marcan el final de la adolescencia y el comienzo de la vida adulta.

Simone de Beauvoir
Simone de Beauvoir ha sido considerada como una de las grandes precursoras del feminismo contemporáneo, apareciendo sus teorías ampliamente desarrolladas en su obra “El segundo sexo”. En una sociedad en la que las mujeres nacían para convertirse en madres y esposas, a medida que fue creciendo, Simone se sentía cada vez más diferente al resto de sus compañeras: “Mis compañeras no habían cambiado tanto, yo tampoco; pero lo que ayer nos ligaba era nuestra meta común: nuestros estudios; hoy nuestras vidas se apartaban; yo seguía hacia adelante, me desarrollaba, mientras ellas para adaptarse a sus existencias de niñas casaderas, empezaban a idiotizarse. La diversidad de nuestros futuros me separaba anticipadamente de ellas”.

La concepción que tenía Simone del amor y la relación de pareja nada tenía que ver con los cánones existentes en la sociedad burguesa en la que le tocó vivir: “Me enamoraría el día en que un hombre me subyugara por su inteligencia, su cultura, su autoridad. (...) Yo quería que entre marido y mujer todo estuviera en común; cada uno debía cumplir frente al otro ese papel de testigo exacto que antes yo había atribuido a Dios. Eso excluía que uno quiera a alguien diferente: yo sólo me casaría si encontrase, más cumplido que yo, a mi semejante, a mi doble.¿Por qué reclamaba yo que fuera él superior a mí? No creo que haya buscado en él un sucedáneo de mi padre; me importaba mi independencia; no me imaginaba nunca como la compañera de un hombre: seríamos dos compañeros”.

Jean-Paul Sartre, al que Simone conoció en 1929, se convertiría en su mentor y compañero sentimental. A su complicidad intelectual se unía su enorme pasión por la literatura, la filosofía y su fuerte compromiso político. Como la autora confiesa en sus memorias era la primera vez de mi vida que me sentía intelectualmente dominada por alguienTodos los días, todo el día me medía con Sartre y en nuestras discusiones él era el más fuerte....Era mucho más curiosa que imperiosa, me gustaba más aprender que brillar. Pero, sin embargo, después de tantos años de arrogante soledad, era un serio acontecimiento descubrir que no era ni la única, ni la primera: una entre otros y de pronto insegura de sus verdaderas capacidades...”

“Le secret du bonheur et le comble de l’art
 c’est de vivre comme tout le monde, en n’étant comme personne”.


Desde la primera vez que leí sus Memorias me enamoré de la figura de esta mujer moderna, que tuvo que derribar tantas barreras en la sociedad en la que le tocó vivir. Encuentro apasionante su lucha personal por descubrir quién era, en quién deseaba convertirse y superar todas las dificultades para alcanzar sus objetivos. Su personalidad sigue sorprendiendo aún en nuestros días por su fuerza, valentía y determinación. Esta primera parte de las Memorias de Simone de Beauvoir nos permite descubrir el proceso que llevó a la autora a convertirse en la mujer polifacética y brillante intelectual que llegaría a ser.

domingo, 4 de agosto de 2013

Bel ami, Guy de Maupassant

George no hablaba una palabra. Iba muy pensativo. ¡Si aquella chiquilla tenía un poco de audacia, el triunfo era seguro, al fin! Desde hacía tres meses la venía envolviendo en las irresistibles redes de su cariño. La deducía, la cautivaba, la conquistaba. Se había hecho amar por ella como sabía hacerse amar. Se había apoderado sin esfuerzo de aquella frívola alma de muñeca. Primeramente logró que rechazara al marqués de Cazolles; luego había conseguido que le prometiese huir con él, con el propio George. Era el único medio que había para realizar su propósito.


En busca de fortuna y deseoso de ascender en el escalafón social, el joven normando Georges Duroy  llega a Paris y encuentra un empleo en la compañía de ferrocarriles que apenas le da para subsistir. El azar hace que una noche se cruce con Forestier, un antiguo compañero que conoció en su paso por el ejército en Argelia y que le abrirá las puertas de la más selecta sociedad parisina. Su trabajo en el periódico “La vie française” y sus grandes habilidades sociales, especialmente con las mujeres, marcan el camino de una rápida ascensión social. Duroy se mueve como pez en el agua en la corrupta sociedad burguesa parisina de finales del siglo XIX, consiguiendo su sueño y utilizando para ello todos los medios a su alcance.

Guy de Maupassant
Bel Ami, publicada en 1885, es la segunda de las cinco novelas que se le atribuyen a Maupassant, más conocido por sus cuentos o relatos cortos. Al igual que sus coetáneos Balzac y Zola, Maupassant bebió de las fuentes del realismo y del naturalismo. En Bel Ami, Maupassant nos describe la corrupción imperante en los círculos políticos y en la prensa escrita, con un poder enorme, capaz de hacer caer gobiernos. Bel Ami ha sido considerada por muchos como una “novela de aprendizaje”, en la medida en que el personaje central dejará de lado sus primeras vivencias y valores para adquirir otros nuevos, en su recorrido hacia el éxito.

El éxito social de Duroy discurre en paralelo a su degradación moral. Las mujeres juegan un papel determinante en la novela y el joven sabrá aprovechar su éxito entre las féminas para alcanzar sus ambiciosos planes. Clotilde de Marelle, su amante y quizás la única mujer por la que Duroy ha llegado a sentir algo de amor, lo ama de manera incondicional y le será de gran ayuda en sus comienzos, llegando a prestarle apoyo en sus apuros económicos iniciales. Madeleine, la esposa brillante e inteligente que se codea con los hombres más influyentes del país y que se mantiene a la sombra de los hombres, menos listos que ella, a los que decide apoyar. La Sra Walter, gracias a la cual consigue ganar mucho dinero, y a la que utiliza de una manera despiadada y sin escrúpulos, sustituyéndola, llegado el momento, por su propia hija.

El tema de la muerte y del paso del tiempo aparece de manera recurrente en la novela, contraponiendo siempre la juventud y el éxito del protagonista a la decadencia de algunos personajes: la enfermedad de Forestier, el envejecimiento y las canas de Virginie Walter. Uno de los pasajes más desgarradores de la novela es el monólogo  de Norbert de Varenne y su reflexión sobre la vejez y la muerte: “…Yo la siento desde hace quince años irme mordiendo, como si llevara dentro de mí un animal roedor. La he ido sintiendo poco a poco, mes por mes, hora por hora, irme socavando, como a una cosa que se derrumba. Me ha desfigurado tan completamente que no me reconozco. En mí no queda nada mío, nada del hombre animoso, sano y fuerte que era yo a los treinta años. La he visto teñir de blanco mis cabellos negros, ¡y con qué experta y maligna lentitud! Me ha robado mi piel tersa, mis músculos, mis dientes, para no dejarme más que una alma desesperada, que también me arrebatará pronto...”

Bel Ami ha sido varias veces adaptada al teatro y a la gran pantalla. La última vez fue en 2012, cuando Nick Ormerod y Declan Donnellan hicieron una versión demasiado libre, para mi gusto. El personaje del protagonista masculino está interpretado por el actor Robert Pattinson, que representa una sombra bastante diluida del personaje que creó Maupassant. Ni siquiera físicamente consigue el personaje de la película asemejarse a la imagen que tenemos de Georges, con su gran bigote, uno de los rasgos físicos que más se resaltan en la novela. Pese al talento de las dos actrices femeninas: Uma Thurman en el papel de Madeleine y Kristin Scott Thomas en el de Virginie Walter, la película no consigue estar a la altura de la obra literaria.

Resulta un tanto inquietante leer esta novela escrita hace casi dos siglos y descubrir que muchos de los personajes y sentimientos descritos en ella bien podrían tener cabida en la sociedad actual, donde los arribistas, aprovechados y personajillos de medio pelo carentes de escrúpulos siguen campando a sus anchas. Sólo hay que estar atentos a las noticias para vislumbar a los Duroy del siglo XXI.

miércoles, 8 de mayo de 2013

Las tres heridas, Paloma Sánchez-Garnica


El no decía nada, sólo miraba, absorto, abducido por la emoción embriagadora de aquella imagen, la primera vez que ponía rostro a los que tanto imaginó en su cabeza, a sus padres, sus verdaderos padres. Quise entender lo que ese hombre sentía en aquel momento, pero comprendí que era imposible, porque hay sentimientos que sólo pueden concebirse en ciertas circunstancias, con ciertas condiciones, y la emoción que reflejaba aquel hombre era inconmensurable, inalcanzable para cualquiera que no estuviera metido en su piel...



Tras enviudar, Ernesto Santamaría abandona su carrera docente para dedicarse a su gran pasión: la escritura. Aunque la suerte no parece sonreirle, él no abandona y continúa en su empeño de conseguir su gran obra. Un día encuentra en el Rastro una antigua caja de latón que contiene la fotografía de una joven pareja, Mercedes Manrique y Andrés Abad, junto con unas cartas de amor. Comenzará a indagar en la historia de la pareja a través de los datos que obtiene de las cartas. La intrigante imagen, tomada el día que empezaba la guerra civil, y el posible destino de sus dos protagonistas le ayudarán a escribir su gran novela. Sin darse cuenta, Ernesto se sumerge en un mundo en el que llega a confundir realidad con ficción. Su encuentro, real o imaginario, con Teresa Cifuentes será determinante para conocer la historia de los personajes de la foto, convirtiéndose en testigo privilegiado, capaz de restañar las heridas del amor, de la vida y de la muerte que la guerra abrió.


Muchas novelas se han escrito sobre la guerra civil española y la postguerra, con mejor o peor fortuna. Lo que engancha de esta historia es que intenta huir de la visión maniqueísta de este triste episodio de nuestra historia en el que unos aparecían como los “buenos” y otros como los “malos”, en función de la ideología y de la visión de la realidad de quien contara la historia. La novela relata los horrores de la guerra, las vidas truncadas, la perversidad de la condición humana, la falta de escrúpulos, el afán de venganza, la miseria, el hambre, el miedo y el olvido obligado, impuesto y necesario para sobrevivir. Pero a su vez, Las tres heridas es una novela de reconciliación, de sentimientos, de amores y de ausencias, que nos descubre las únicas razones por las que es importante vivir y morir.

Los dos grandes personajes de esta novela son femeninos: Mercedes Abad y Teresa Cifuentes. En una guerra hay pocos ganadores, pero Mercedes es la gran perdedora de esta historia: “De repente, su conciencia le reveló todo lo que la guerra le había arrebatado: su madre, su hijo, su casa y su familia habían sido tragadas por aquella lucha absurda en la que nada tenía que ver”. Mercedes es una mujer sencilla y enamorada de su marido, a la que Teresa admira. La considera una mujer fuerte, “Teresa la miró y esbozó una sonrisa mezclada con el llanto irrefrenable que le nublaba la visión de aquella mujer, a la que veía mucho más fuerte que ella, más entera, más firme en su forma de afrontar la vida; con menos posibilidades, había conseguido mucho más que ella, que lo tenía todo”.

Teresa es una mujer con el corazón dividido, que se debate entre el amor y admiración que siente por Arturo Erralde, al que no quiere renunciar y su familia, que representa las comodidades en las que ha vivido desde niña, pero a la que llega a despreciar en lo más profundo de su ser. Teresa tenía muy claro que ganara quien ganara la contienda, ella tenía las de perder y que la guerra no haría más que profundizar su herida.

Paloma Sánchez-Garnica
No había leído nada de Paloma Sánchez-Garnica. Las Tres heridas es la cuarta novela escrita por esta abogada e historiadora, que gusta de mezclar la novela histórica con grandes dosis de intriga y misterio. La ausencia bastante visible del trabajo del corrector ha hecho que dudara en considerarla o no como una de mis lecturas favoritas. La novela queda deslucida por las múltiples faltas de todo tipo: gramaticales, de concordancia, ortográficas, pero lo más molesto es el uso de un leísmo y sobre todo de un laísmo que llega a hacer daño a la vista. He leído el libro en mi e-book, e imagino que se trataba de la primera versión, pues he visto en algún sitio que la segunda versión sí que ha sido corregida.


Una de mis escenas favoritas es la que protagonizan Ernesto Santamaría y Rosa, su sirvienta. El escritor descubre que no conoce de nada a la mujer con la que lleva compartiendo varios años de su vida y a la que consideraba una iletrada. Este descubrimiento le hace sentir vergüenza al tomar conciencia de que es muy fácil prejuzgar a los demás y dejarse llevar por las apariencias. Rosa le da toda una lección a Ernesto sobre el sentir más profundo de los que se dedican a la escritura y sobre la creación literaria: “…Si no se cree sus propias fantasías, si no acepta los espejismos que solamente usted es capaz de descubrir y vislumbrar, difícilmente podrá hacer creíbles sus historias. Los lectores que se acerquen a sus letras se sentirán defraudados y lo abandonarán, porque nadie en la ficción pretende encontrar la realidad, para eso ya tenemos la vida. Gracias a lo que nos proporciona ese universo mágico de la literatura, el mundo es más capaz de afrontar esa realidad y, lo que es más importante, es capaz de transformarla y hacerla mejor de lo que es.”

Una historia a la que llegué por el "boca a boca" y que no dudaría en recomendar, porque engancha desde el primer momento. Al mismo tiempo, se me ha despertado la curiosidad por conocer otras obras de la autora.

Si te perdiera... 
Si te encontrara
bajo la tierra.

 Bajo la tierra 
del cuerpo mío, 
siempre sedienta.

Miguel Hernández

jueves, 28 de febrero de 2013

Jane Eyre, Charlotte Brontë


¿Qué es mejor, pregunto: ser esclava en el paraíso de los necios, febril de felicidad 
ilusoria durante una hora para ahogarme con las lágrimas más amargas del 
remordimiento y la vergüenza a la hora siguiente; o ser maestra de aldea, libre y 
honrada, en un rincón montañoso y aireado, en el sano corazón de Inglaterra?




Jane Eyre tiene una infancia desgraciada. Al quedar huérfana, se va a vivir a con sus tíos, pero cuando el Sr. Reed muere, Jane permanece en Gateshead con la viuda de éste y con sus primos. Tras soportar las crueldades de éstos y la falta de cariño de su tía, Jane es finalmente enviada al internado de Lowood. Allí pasará el resto de su infancia, llena de carencias tanto materiales como afectivas, y se formará como institutriz. Lowood deja en Jane una profunda huella. Allí conoce a la señorita Temple, una joven profesora, inteligente y amable, que la valora como persona y se convierte en su amiga. Jane comienza a trabajar como institutriz en Lowood, pero la marcha de la señorita Temple hace que su estancia en el internado deje de tener sentido. Jane encuentra un trabajo en Thornfield como institutriz de Adèle, la niña de 8 años que está bajo la custodia del señor Rochester. El amor surge entre ambos, pero el terrible secreto que esconde la casa de Thornfield sale a luz el día de la boda, haciendo que ésta se anule. Jane huye para olvidar todo lo pasado. El destino le tiene reservadas nuevas experiencias, pero Jane decide seguir la ruta que ella misma se ha marcado. 

Charlotte Brontë
Esta novela estaba desde hacía mucho tiempo entre mis “lecturas pendientes”, por ser considerada una obra maestra de todos los tiempos y representante destacada de la literatura victoriana. Quería leerla en su lengua original y era consciente de la dificultad que entrañaba leer en el inglés del siglo XIX una novela que tiene una enorme riqueza de vocabulario, sobre todo en los pasajes puramente descriptivos. La novela, escrita por Charlotte Brontë y publicada en 1847, suscitó una gran controversia en la sociedad victoriana de la época. La propia personalidad de la autora se ve reflejada en la protagonista, un personaje poco ortodoxo: una joven independiente, con una fuerte personalidad, de carácter indómito, que no considera el matrimonio como su única aspiración en la vida, con anhelos y deseos reservados en esa época exclusivamente a los hombres.


Jane Eyre puede ser considerada como una precursora del feminismo y de la psicología moderna, es la historia de una mujer que se rebela contra el destino que la hipócrita sociedad victoriana reservaba a las mujeres: “Se supone que las mujeres hemos de ser serenas por lo general, pero nosotras tenemos sentimientos igual que los hombres. Necesitamos ejercitar nuestras facultades y necesitamos espacio para nuestros esfuerzos tanto como ellos. Sufrimos restricciones demasiado severas y un estancamiento demasiado total, exactamente igual que los hombres. Demuestra estrechez de miras por parte de nuestros más afortunados congéneres el decir que deberíamos limitarnos a preparar postres y tejer medias, tocar el piano y bordar bolsos..."

Jane Eyre ha sido objeto de varias adaptaciones cinematográficas, tanto a la pequeña como a la gran pantalla. La última adaptación a la gran pantalla ha sido la que en 2011 hizo Cary Fukunaga, con Mia Wasikowska como Jane y Michael Fassbender en el papel de Rochester. A pesar de su buena ambientación, la película, que utiliza la técnica del flashback, en oposición a la estructura lineal del libro, no consigue transmitir el carácter y la fuerza que Charlotte Brontë imprimió a sus personajes.