Sartre correspondía al deseo que formulé
cuando tenía 15 años:
era el
doble en el que reencontraba, llevadas a la incandescencia,
todas mis manías.
Con él siempre podría compartirlo todo.
Cuando nos separamos a principios de
agosto
sabía que nunca más iba a salir de mi vida.
En Memorias de una joven formal,
Simone de Beauvoir nos cuenta la historia de sus primeros 25 años de vida, revelandonos sus pensamientos más íntimos y conflictos internos y
convirtiendo el relato de su vida en un ejercicio de profunda introspección
psicológica. Nacida en
1908, en el seno de una familia típica acomodada de
la burguesía parisina, sus primeros años de infancia fueron muy felices. Simone
se sentía querida y elogiada por su familia, lo que la hacía una niña especial,
satisfecha de sí misma y segura en su entorno. Sus padres eran cultos,
conservadores, clasistas, chauvinistas y profundamente religiosos. Simone
recuerda la llegada al mundo de su hermana menor, Hélène, a la que
cariñosamente llamaba “Poupette” y que siempre fue para ella una cómplice con
quien el entendimiento era casi perfecto.
Sin embargo, cuando llegó a la adolescencia, a la que
ella denominaba “la edad ingrata”, Simone empezó a sufrir ciertos cambios en su
persona y en sus creencias, que surgieron en paralelo a los problemas
económicos en los que su familia se vio inmersa y que le hicieron cuestionar
los principios morales y religiosos en los que había sido educada. Fueron unos
años vitales en su crecimiento psicológico e intelectual, debiendo enfrentarse
a conflictos personales, familiares y sociales que la llevaron a formarse como
persona y a tomar los caminos elegidos por ella misma, dejando atrás otros, y sin
por ello dejar de sufrir los sinsabores, decepciones y conflictos inherentes a
la etapa de crecimiento.
En su adolescencia Simone intentó escapar continuamente al férreo
control materno, que le censuraba incluso los libros que leía, las cartas que
recibía y los amigos que frecuentaba. Su adolescencia transcurrió
entre la dedicación a los estudios y los escasos momentos de evasión que le
eran permitidos. Pese a su carácter independiente y a veces introvertido, en
estos primeros años Simone creó su propio círculo de amigos, entre los
que se encontraban Pradelle, su primo Jacques, Suzanne Boigue, Clairaut y
Stépha. Pero hay una persona que desempeña un papel fundamental en la vida de
la joven: su compañera de estudios y amiga Zaza, por la que desde niña
había sentido una especial admiración y que murió trágicamente en plena juventud.
La muerte de Zaza y el reencuentro con Sartre y con los amigos de éste marcan
el final de la adolescencia y el comienzo de la vida adulta.
Simone de Beauvoir |
Simone de Beauvoir ha
sido considerada como una de las grandes precursoras del feminismo
contemporáneo, apareciendo sus teorías ampliamente desarrolladas en su
obra “El segundo sexo”. En una sociedad en la que las mujeres nacían para
convertirse en madres y esposas, a medida que fue creciendo, Simone se sentía
cada vez más diferente al resto de sus compañeras: “Mis compañeras no habían cambiado tanto, yo tampoco; pero lo que ayer
nos ligaba era nuestra meta común: nuestros estudios; hoy nuestras vidas se
apartaban; yo seguía hacia adelante, me desarrollaba, mientras ellas para
adaptarse a sus existencias de niñas casaderas, empezaban a idiotizarse. La
diversidad de nuestros futuros me separaba anticipadamente de ellas”.
La concepción que
tenía Simone del amor y la relación de pareja nada tenía que ver
con los cánones existentes en la sociedad burguesa en la que le tocó vivir: “Me enamoraría el día en que un hombre me subyugara por su inteligencia,
su cultura, su autoridad. (...) Yo quería que entre marido y mujer todo
estuviera en común; cada uno debía cumplir frente al otro ese papel de testigo
exacto que antes yo había atribuido a Dios. Eso excluía que uno quiera a
alguien diferente: yo sólo me casaría si encontrase, más cumplido que yo, a mi
semejante, a mi doble.¿Por qué reclamaba yo que fuera él superior a mí? No creo
que haya buscado en él un sucedáneo de mi padre; me importaba mi independencia;
no me imaginaba nunca como la compañera de un hombre: seríamos dos compañeros”.
Jean-Paul Sartre, al que Simone conoció en
1929, se convertiría en su mentor y compañero sentimental. A su
complicidad intelectual se unía su enorme pasión por la literatura, la
filosofía y su fuerte compromiso político. Como la autora confiesa en sus
memorias “era la
primera vez de mi vida que me sentía intelectualmente dominada por alguien…Todos los
días, todo el día me medía con Sartre y en nuestras discusiones él era el más
fuerte....Era mucho más curiosa que imperiosa, me gustaba más aprender que
brillar. Pero, sin embargo, después de tantos años de arrogante soledad, era un
serio acontecimiento descubrir que no era ni la única, ni la primera: una entre otros y de pronto insegura de sus verdaderas
capacidades...”
“Le
secret du bonheur et le comble de l’art
c’est de vivre comme
tout le monde, en n’étant
comme personne”.
Desde la primera vez que leí sus Memorias me enamoré de la figura de esta mujer moderna, que tuvo que derribar tantas barreras en la sociedad en la que le tocó vivir. Encuentro
apasionante su lucha
personal por descubrir quién era, en quién deseaba convertirse y superar todas
las dificultades para alcanzar sus objetivos. Su personalidad sigue
sorprendiendo aún en nuestros días por su fuerza, valentía y determinación. Esta
primera parte de las Memorias de Simone de Beauvoir nos permite descubrir el
proceso que llevó a la autora a convertirse en la mujer polifacética y brillante
intelectual que llegaría a ser.
No hay comentarios:
Publicar un comentario