jueves, 28 de febrero de 2013

Jane Eyre, Charlotte Brontë


¿Qué es mejor, pregunto: ser esclava en el paraíso de los necios, febril de felicidad 
ilusoria durante una hora para ahogarme con las lágrimas más amargas del 
remordimiento y la vergüenza a la hora siguiente; o ser maestra de aldea, libre y 
honrada, en un rincón montañoso y aireado, en el sano corazón de Inglaterra?




Jane Eyre tiene una infancia desgraciada. Al quedar huérfana, se va a vivir a con sus tíos, pero cuando el Sr. Reed muere, Jane permanece en Gateshead con la viuda de éste y con sus primos. Tras soportar las crueldades de éstos y la falta de cariño de su tía, Jane es finalmente enviada al internado de Lowood. Allí pasará el resto de su infancia, llena de carencias tanto materiales como afectivas, y se formará como institutriz. Lowood deja en Jane una profunda huella. Allí conoce a la señorita Temple, una joven profesora, inteligente y amable, que la valora como persona y se convierte en su amiga. Jane comienza a trabajar como institutriz en Lowood, pero la marcha de la señorita Temple hace que su estancia en el internado deje de tener sentido. Jane encuentra un trabajo en Thornfield como institutriz de Adèle, la niña de 8 años que está bajo la custodia del señor Rochester. El amor surge entre ambos, pero el terrible secreto que esconde la casa de Thornfield sale a luz el día de la boda, haciendo que ésta se anule. Jane huye para olvidar todo lo pasado. El destino le tiene reservadas nuevas experiencias, pero Jane decide seguir la ruta que ella misma se ha marcado. 

Charlotte Brontë
Esta novela estaba desde hacía mucho tiempo entre mis “lecturas pendientes”, por ser considerada una obra maestra de todos los tiempos y representante destacada de la literatura victoriana. Quería leerla en su lengua original y era consciente de la dificultad que entrañaba leer en el inglés del siglo XIX una novela que tiene una enorme riqueza de vocabulario, sobre todo en los pasajes puramente descriptivos. La novela, escrita por Charlotte Brontë y publicada en 1847, suscitó una gran controversia en la sociedad victoriana de la época. La propia personalidad de la autora se ve reflejada en la protagonista, un personaje poco ortodoxo: una joven independiente, con una fuerte personalidad, de carácter indómito, que no considera el matrimonio como su única aspiración en la vida, con anhelos y deseos reservados en esa época exclusivamente a los hombres.


Jane Eyre puede ser considerada como una precursora del feminismo y de la psicología moderna, es la historia de una mujer que se rebela contra el destino que la hipócrita sociedad victoriana reservaba a las mujeres: “Se supone que las mujeres hemos de ser serenas por lo general, pero nosotras tenemos sentimientos igual que los hombres. Necesitamos ejercitar nuestras facultades y necesitamos espacio para nuestros esfuerzos tanto como ellos. Sufrimos restricciones demasiado severas y un estancamiento demasiado total, exactamente igual que los hombres. Demuestra estrechez de miras por parte de nuestros más afortunados congéneres el decir que deberíamos limitarnos a preparar postres y tejer medias, tocar el piano y bordar bolsos..."

Jane Eyre ha sido objeto de varias adaptaciones cinematográficas, tanto a la pequeña como a la gran pantalla. La última adaptación a la gran pantalla ha sido la que en 2011 hizo Cary Fukunaga, con Mia Wasikowska como Jane y Michael Fassbender en el papel de Rochester. A pesar de su buena ambientación, la película, que utiliza la técnica del flashback, en oposición a la estructura lineal del libro, no consigue transmitir el carácter y la fuerza que Charlotte Brontë imprimió a sus personajes.



2 comentarios:

  1. Me encanta este libro, la fuerza de las letras de la autora me enamoraron. Qué grandes las Brönte!!!
    Y qué interesante descubrir a la mujer que se escondía bajo las letras, es una historia casi tan apasionante como la que nos relata
    Besos

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    1. Es cierto, una de las grandes heroínas de la literatura universal, como Mme Bovary o La Regenta, sólo que en este caso es otra mujer atípica para la época en la que le tocó vivir la que nos cuenta la historia. Hay que volver siempre a los clásicos ;). Besos.

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